Consejos para elegir la Mascota Adecuada para su Familia
¿Está pensando en conseguir una mascota a la familia?
Aquí te ofrece algunos consejos útiles y elementos a tener en cuenta antes de elegir un animal.
Antes de escoger una mascota, tenga en cuenta el nivel del desarrollo de su hijo.
Si busca una mascota como compañero de su hijo, es buena idea esperar a que sea lo suficientemente maduro como para encargarse del animal y cuidarlo, cuando tenga alrededor de 5 o 6 años de edad. A los niños más pequeños les cuesta distinguir a un animal de un juguete, por lo que es posible que, sin querer, provoquen una mordedura por molestar o tratar mal al animal.
Si su hijo está listo, desde el punto de vista del desarrollo, antes que nada hablen sobre las necesidades del animal y todo lo que implica cuidar a la mascota. Es posible que algunos libros sobre cuidado de mascotas que encuentre en la biblioteca ayude a que su hijo entienda la responsabilidad. Visite a un amigo o a un familiar que tenga una mascota y deje que su hijo vea, por sí mismo, lo que implica cuidar a una mascota.
Algunas mascotas tienen buen carácter y son más adecuadas para estar con niños.
Los perros tales como los labradores, los golden retriever (perdiguero dorado) y los beagle (sabueso) tienden a ser cariñosos con los niños. Otras razas, como los bóxer, los pastores alemanes, los pitbull y los doberman pinscher, al igual que los caniches franceses, pueden ser más impredecibles. Al elegir una mascota, tenga en cuenta las características del animal.
¿Y en el caso de alergias?
La caspa (células cutáneas muertas, pelos y plumas) de algunos animales pueden provocarles síntomas alérgicos a determinados niños. Si su hijo tiene alergias (eccema, rinitis alérgica, asma) o si en su familia hay muchos antecedentes de trastornos alérgicos, tal vez no sea buena idea llevar una mascota a casa. Asesórese con su pediatra o con un veterinario local.
¿Y en el caso de enfermedades?
Casi todo tipo de mascotas son una fuente potencial de enfermedades que pueden infectar a su hijo. Por ejemplo, todos los reptiles pueden ser portadores y transmisores de la bacteria salmonella, que causa una diarrea grave. No obstante, siempre que su hijo aplique prácticas de higiene razonables, en especial lavándose las manos después de jugar con una mascota y antes de comer, estará seguro.
Sea consciente del tiempo que tiene su familia para cuidar de una mascota.
Algunas mascotas, como los perros o los gatos, requieren atención todos los días. Hay que alimentarlos, cepillarlos, limpiar después que hacen sus necesidades y sacarlos a hacer ejercicio.
Otras mascotas como los peces, las tortugas, las aves, los cobayos y los hámsteres exigen una mínima atención, y podrían ser una buena opción para un niño más pequeño que deba aprender lo que significa tener una mascota o para una familia con menos tiempo para dedicarle. A un pez como la carpa dorada solo hay que alimentarlo cada dos o tres días y cambiarle el agua de vez en cuando. A un perro no se le puede descuidar ni siquiera un día.
¿Es mejor empezar con una mascota joven o una mayor?
Busque una mascota con buen carácter. Por lo general, un animal mayor es una buena opción para un niño, porque los cachorros o los gatitos podrían morder solo por juguetear. Sin embargo, es preferible evitar las mascotas mayores que se hayan criado en un hogar sin niños.
Solo compre perros en criaderos y refugios con buena reputación. De lo contrario, corre más riesgo de comprar un animal enfermo y poner en peligro tanto a su hijo como a usted mismo.
Precauciones para evitar mordeduras de animales:
Si bien la mayoría de los animales son amigables, algunos pueden ser peligrosos. Los niños de entre 5 y 9 años, más que cualquier otro grupo etario, son víctimas de mordeduras de animales; alrededor del 5 % del total de los niños de esta edad sufren mordeduras de animales cada año. Los niños de entre 9 y 14 años son los siguientes en cuanto a víctimas más frecuentes de mordeduras de animales.
Como padre tiene usted la responsabilidad final por la seguridad de su hijo cuando se acerque a cualquier animal, ya sean sus propias mascotas, mascotas del vecindario o animales salvajes. Aquí ofrecemos una guía sobre las cosas de la puede hablar con su hijo.
No molestar ni ser abusivo con los animales. Trate a su mascota con humanidad, de modo que disfrute de la compañía de los seres humanos. Por ejemplo, no ate a un perro con una correa o cadena corta, ya que la retención extrema lo pondrá ansioso y agresivo. No deje que su hijo moleste a su mascota tirándole de la cola o quitándole un juguete o un hueso. Asegúrese de que no moleste al animal cuando esté durmiendo o comiendo.
El maltrato deliberado de un animal es un motivo de preocupación y deberá hablar al respecto con el pediatra de su hijo. Si su hijo sigue molestando animales después de haber hablado sobre el tema y haberle dejado claro que eso es algo cruel y peligroso, tal vez sea bueno para su hijo recibir orientación, ya sea del pediatra o de un profesional de la salud mental.
Nunca deje a un niño pequeño solo con un animal. Muchas mordeduras ocurren en momentos en los que se está jugando con brusquedad porque el niño no se da cuenta de que el animal se sobreexcita. Son raros los incidentes en los que un perro, por ejemplo, ataque agresivamente sin que lo provoquen. Enseñe a su hijo a no poner la cara cerca de la cara de un animal.
Averigüe qué vecinos tienen mascotas. Haga que su hijo conozca a las mascotas con las que probablemente tenga contacto. Enséñele a saludar a un perro: El niño debe quedarse parado y quieto mientras el perro lo olfatea, y luego puede extender lentamente la mano en dirección al animal para acariciarlo.
Nunca acaricie a perros o gatos desconocidos. Advierta a su hijo que no se acerque a patios donde haya perros que parezcan nerviosos u hostiles. A los niños mayores enséñeles los signos de un perro peligroso: cuerpo rígido, cola tiesa a "media asta", ladrido histérico, postura agazapada y mirada fija. Además, hay que tener cuidado al tocar cachorros o gatitos cuando están con su madre.
Si un animal extraño se acerca o lo persigue, quédese quieto. Dígale a su hijo que no corra, que no ande en bicicleta, que no patee y que no haga gestos amenazadores. No haga contacto visual directo, retroceda lentamente y evite movimientos repentinos, teniendo siempre al perro a la vista. Si su hijo está andando en bicicleta y lo persigue un perro, no debe de tratar escaparse pedaleando rápidamente. En cambio, debe detener la bicicleta y bajarse, de modo que la bicicleta quede entre él y el perro. En breve, es probable que el animal pierda interés en un objetivo que no se mueve.
Enseñe a su hijo a evitar a todos los animales no domesticados. Los animales salvajes pueden ser portadores de enfermedades muy graves que podrían transmitirse a los seres humanos. Afortunadamente, la mayoría de los animales salvajes solo salen por las noches y tienden a esconderse de los seres humanos.
Evite el contacto con roedores y demás animales salvajes (mapaches, zorrillos, zorros), ya que pueden ser portadores de enfermedades que van desde el hantavirus hasta la peste bubónica y desde la toxoplasmosis hasta la rabia. Un animal salvaje que se encuentre en su patio o en su vecindario durante el día podría tener una enfermedad infecciosa como, por ejemplo, rabia; debe llamar a las autoridades de salud pública locales.
Para evitar mordeduras de animales salvajes:
Informe al departamento de salud siempre que vea un animal que parezca estar enfermo o lesionado, o uno que se esté comportando de forma extraña. No intente atrapar al animal ni cargarlo.
Si a su hijo lo muerde una mascota u otro animal:
No ignore la herida ya que se puede infectar: es más frecuente que ocurran por mordeduras de gato que por mordeduras de perro. Asegúrese de que todos los perros o gatos que tenga estén totalmente vacunados contra la rabia para que tanto su mascota como la familia estén protegidas.
Las mordeduras de animales salvajes deben ser examinadas sin demora por un pediatra, y es preciso seguir las recomendaciones de salud pública sobre el tratamiento para prevenir la rabia. A menudo, el daño psicológico asociado con la mordedura de un animal es, al menos, tan grave como la herida en sí misma.
Una vez que un perro lo muerda, o incluso si le gruñe fuerte, es posible que el niño les tenga miedo a todos los perros y demás animales toda la vida
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